miércoles, 9 de septiembre de 2009
Mi primera conquista
Duerme conmigo, le dijo, y llenaron su cama de algodones...
Por la mañana se enjuagaban con zumo de pomelo
por la tarde bebían té helado.
El aire, más naranja que nunca entraba por la ventana,
la albahaca sudaba y sudaba en el balcón
y construyeron un armario forrado de flores por dentro.
Algodones blancos, algodones cálidos
pero las paredes no guardaban los secretos.
Y tiñieron un perro de rojo para que les calentara los pies.
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